En los años que llevas en esta tierra, las cosas han cambiado drásticamente en el mundo natural. El cambio climático, la contaminación y los daños a la biodiversidad son temas que se han convertido en norma para los adultos, pero explicárselos a los niños puede parecer un reto mayor.
Es importante entender primero que la educación es crucial para ayudar a las generaciones futuras. Aunque pueda estar abajo en la lista de temas que te mueres por tratar, es uno de los más valiosos. Si se hace con un poco de paciencia, es de esperar que estas conversaciones sirvan de inspiración para la toma de decisiones medioambientales y animen a los niños a marcar la diferencia desde una edad temprana.
Hemos reunido algunos consejos que te ayudarán a abrir la conversación, aunque sea la primera vez.
Aproveche su curiosidad
Las mentes jóvenes son curiosas. Les gusta aprender, así que aprovecha la ocasión para educarles sobre los distintos animales que hay en el mundo o los ecosistemas que ayudan a crecer a las cosas. Cuando hayáis tenido tiempo de hablar, llévales fuera. Déjales explorar, hacer preguntas y ensuciarse las manos.
Está demostrado que cuando los niños desarrollan una conexión personal con la naturaleza, quieren protegerla.
No profundices demasiado pronto
Que muestren interés por la naturaleza no significa que debas saltar a los temas más extremos. A menudo los jóvenes han oído noticias o han visto de primera mano el impacto de la contaminación local, y esto es totalmente normal, si se mantiene adecuado a su edad.
Mantén un lenguaje sencillo y céntrate en acciones locales concretas. Puede animarles con frases como: "Reciclamos para ayudar a mantener limpia la Tierra". Para los niños más mayores, puedes empezar a introducir una visión más amplia y hablar de iniciativas de mayor envergadura que trabajen para resolver los problemas.
Ponlo en práctica
Copiar lo que hacen los tutores a veces puede ser muy útil. No cuando repiten algo que esperabas mantener en secreto, sino imitando tus acciones. Si empiezas a hacer abono, a ir en bici en vez de en coche o a llevar bolsas reutilizables a la tienda, ellos verán esas acciones como la práctica normal en sus años mayores.
Los pequeños hábitos repetidos con regularidad pueden tener un gran impacto, sobre todo cuando se transmiten a la siguiente generación. Se pueden conceder puntos extra a los tutores que expliquen sus elecciones de sostenibilidad con regularidad para reforzar la importancia de estas acciones.